¿Donde queda el cielo?

¿Donde queda el cielo?

sábado, 4 de septiembre de 2010

En el Muelle



Mi día no ha sido nada fácil... no he tenido tiempo para descansar y mis ojos pesan como nunca. He tenido que cargar cajas de una bodega a otra sin ayuda, y a pesar de que nunca me quejo de mi trabajo hoy me siento irritado. Creo que algo me hace falta.

Acá todos en el muelle tenemos camisetas especiales que tienen marcadas cada una un numero diferente en la espalda. todos sabemos que numero es el de cada uno, y por eso no nos referimos entre nosotros por algún otro sustantivo que no sea el numero que tenemos  en la espalda. Parecemos un club de fútbol, cada uno con su numero, sin embargo en un club se conocen entre ellos mientras que acá, en el muelle nadie sabe nada de nadie. Aquí somos y valemos por lo que hacemos cada día y no importa nada más, esta es la razón por la que nos esforzamos cada día como si no existiera un mañana, ya que mañana  será igual que hoy...

Hoy, como venía diciendo, es un día distinto. Hoy todo me sabe a mierda y creo que llegó la hora de dejar el muelle. Me dirijo a mi "habitación", cojo mi maleta y salgo por el camino más cercano para así dejar el muelle. Mientras me alejo escucho un grito que dice: "¡Mucha suerte  23!". Esto que suele ser agradable, entro en mi como el hecho que reboza la copa. Ya entiendo porque estoy dejando el muelle y es que de nuevo quiero ser "alguien". Quiero tener una identidad. Y digo en voz alta: " quiero volver a ser Diego". Hacía mas de 7 años, desde el día que entre a trabajar al muelle, que no escuchaba unos labios decir mi nombre, lastimosamente esos labios que lo pronunciaron fueron  los míos.

Me dirijo a la carretera principal, la más cercana al muelle, para poder tomar un bus que me lleve al único lugar que seguro me van a recibir. Aunque no me reciban con agrado sólo a ese sitio sé llegar. Cuando llego veo todo igual, aunque más viejo, más descuidado, incompleto, y rasguñado. Todo "igual", como cuando uno tiene una foto que con el tiempo y el mal trato de los días se va tornando en otra cosa pero uno lo sigue percibiendo todo igual como el día en que se tomó.

Cuando llego a la casa, sólo se encuentra mi abuela, se levanta de su mecedora y me da un abrazo. Pronuncia mi nombre en el acto y por fin... hace tanto tiempo que mi cuerpo no se sentía caliente. Mi abuela impactada por cómo he cambiado pero alegre de volver a verme no ve la forma de atenderme con lo mejor que me podía ofrecer. Me ofrece comida (que de inmediato acepto) y se dirige a la cocina. Al poco tiempo sale con un vaso de agua y una galletas de soda y me dice que pronto la comida va a estar lista que mientras le acepte eso de comer.

Ella se sienta conmigo en la mesa y me pregunta por Carolina y lo que sé de ella. Carolina el motivo por el que decidí perder mi identidad, pero no era solo ella sino Diego el pequeño motivo que se estaba gestando que finalmente hizo que me largara.
Mientras que fuertes recuerdos pasan por mi mente me quedo callado un buen tiempo caso que mi abuela, cuando vuelvo a levantar la galleta ya no está; se ha ido a ver como va la comida. Cuando regresa le digo la razón de porqué volví a aparecer; y es que quiero volver a recobrar mi identidad...o al menos tener una. Le digo que quiero volver a ser Diego y que no existe algo mejor que escuchar mi nombre de los labios de otra persona.

Siendo así mi abuela me dice: ¿Querido Diego, tu acaso sabes a qué se debe tu nombre?... (Silencio) ... tu fuiste hijo único, pero no debía ser así; 3 años antes de que tú nacieras tu mamá estaba dando a luz  un bello bebe que tenía por nombre "Diego", sin embargo no vivió mas de lo que se demoró en ser cargado por el doctor. Esto fue devastador para tus padres y de ellos no se volvió a saber por un largo tiempo. Cuando volví a saber de ellos, porque vinieron a esta abandonada casa a visitarme, mi hija te llevaba en su estómago... la felicidad de los dos era inmensa y cuando pregunté como se iba a llamar, me respondieron: "Diego".

Esa historia nunca la había escuchado y tanto mi agua como mis galletas ya se habían acabado. Es decir, que "Diego" no sólo es mi identidad, sino que también reencarna la que fue la identidad de otra persona que pudo haber sido lo que fui yo para mis padres.

Diego, ese nombre que hace poco me hizo sentir vivo. Ese nombre de alguien que nunca conocí porque abandoné mi vida, mi novia y el que iba a ser mi hijo por temor. Ese nombre que fue de otra persona especial para mis padres. Ese nombre que no debí ser yo.

En el muelle la vida es hoy En el muelle la vida es hoy En el muelle la vida es hoy En el muelle la vida es hoy En el muelle la vida es hoy En el muelle la vida es hoy En el muelle la vida es hoy En el muelle la vida es hoy En el muelle la vida es hoy En el muelle la vida es hoy En el muelle la vida es hoy En el muelle la vida es hoy

Cuando levanto la cabeza de la caja me siento ya un poco mejor. Mis ojos ya no pesan y siento que mi irritación con el día ya pasó... además para que estresarse si todavía faltan unas horas para el medio día y quedan largas horas para que llegue la noche. Acá en el muelle la vida es segura, atemporal no necesito recordar mi pasado, ni ser nadie; En el Muelle soy lo que soy por lo que hago cada día.

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