¿Donde queda el cielo?

¿Donde queda el cielo?

sábado, 4 de septiembre de 2010

EN LA CAMA


Sus palabras me han estado martillando la cabeza. No sé porque estoy durmiendo todavía al lado de ella si no hice más que escuchar sus gritos que se prolongaron toda la noche. Además su maldita forma de ser me saca de quicio. Hoy no pude dejar de pensar en ella y su indiferencia la cual me ha acompañado toda la semana. ¿Por qué sigo durmiendo al lado de ella si la odio tanto? Ya hace varios meses que decidí no volver a amarla pero es más grande el miedo a quedarme sólo que la fuerza para irme de una vez.

¿Por qué es tan absurdamente incomprensiva? La odio, y eso es lo único que siento por ella. Volteo mi cara para verla una vez más. A pesar de que la odio, al mirar su rostro y poco a poco, empiezan a llegar a mi mente imágenes de cuando la conocí. La primera vez que vi su rostro, me quedé sin aliento. Ella, sus ojos, su hermoso pelo era algo que de algún modo había estado buscando hace mucho tiempo. Recuerdo que me generaba cierta timidez el contacto con una mujer tan hermosa, pero quería que fuera mía, y así fue. No puedo imaginar mayor felicidad a la que viví con esta mujer mientras nuestra relación era un idilio, no comprendo cómo pudimos llegar a este punto. Ella cambió, o yo cambié, o los dos cambiamos, no sé, pero lo cierto es que ya no se trata de lo mismo.

Recuerdo que le encantaban los besos en el cuello, su terso y elegante cuello; ahora, al observar su cuello siento tan sólo unas ganas incontenibles de estrujarlo, de tomarla con fuerza y no soltarla hasta que por su tráquea no pase la más mínima cantidad de aire, la veo pálida, desfallece y lo que era su hermoso y claro cuello ahora es púrpura y ha perdido su elegante forma para convertirse en una deformidad. La belleza que la había caracterizado se desvanece entre mis brazos. Pero no, no sería capaz, es tan sólo eso, una alucinación, que no va a consolidarse, a realizarse.

Me despierto, estoy un poco aturdido, no se ha tratado de un sueño normal.  Me cuesta creer que he soñado una escena tan sórdida. Me levanto, me dirijo al baño y humedezco mi cara para terminar de despertarme. Cuando regreso la veo allí, tan hermosa y dolorosa como siempre, la odio, pero no puedo separarme de ella; y así fantasee con ello no sería capaz de hacerle daño, me recuesto a su lado y beso su cuello, pero hay algo que no está bien, la cama está fría y su cuerpo demasiado rígido, retiro los cabellos que se encuentran encima, ahora su cuello es púrpura, posee una hendidura profunda, no respira.



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