¿Donde queda el cielo?

¿Donde queda el cielo?

lunes, 16 de agosto de 2010

¿Quién?

Las personas son cada día mas difíciles de encontrar. Lo digo así porque ya he dejado de pensar que todos los seres humanos somos personas. En mi concepción de persona estan los valores, los gustos, sus suenos, su gracia y su deseo constante de querer siempre ser persona.

Opino de esta forma porque hoy en día es más difícil encontrar gente con algo de peso que no sea de su propio cuerpo. Ese peso que da la bondad, la sabiduría o la honestidad. Para mi, ser persona es querer la vida, es caminar despacio mirando siempre al horizonte para tener presente que no existen limites. Ser persona es disfrutar y reírse: de las desgracias, de la felicidad y  de uno mismo.

Es aceptar que tenemos errores, como todos los demas, pero nosotros las personas no dejamos que los errores sean los que guíen nuestras vidas. Más bien esos errores son parte de nosotros como personas porque nos recuerdan frecuentemente que no somos perfectos.

De esta manera no estoy aceptando que soy persona ni excluyendo a nadie con mis palabras... Solo sé que poseo almenos una característica clara de ser persona y es: mi deseo constante de serlo.

miércoles, 4 de agosto de 2010

De nuevo al ajetreo...

Cuando se venía acabando el semestre pasado, sentía mucho miedo... sentía miedo porque no sabía que iba a hacer todos los días sin tener que asistir a un compromiso como lo son las clases. A mi me gusta asistir a clases aprender, pero más que todo reirme, compartir con mis amigos, y con los profesores. Es difícil después de tener una rutina de casi 4 meses  cambiarla a nada. No existe algo más desesperante que despertarse y no tener motivos para salir de la cama. Aparte de que no soy de Bogotá y pensar en tener que devolverme a  mi ciudad natal en donde no existen muchas cosas que hacer.

Bueno, pero contra el tiempo nada se pudo a hacer y en unas semanas ya estaba de nuevo en Neiva. Esta pequeña ciudad en donde crecí y han vivido mis padres por mas de 28 años. ¿Por qué no estar agradecido con esta tierra que tantas cosas le ha dado a mi familia?... pero no es que no me guste la ciudad  sino que simplemente no encuentro nada agradable que hacer.

Para comenzar, simplemente puedo decir que los primeros días fueron espectaculares. Desde que llegamos con mis amigos nos reuníamos desde temprano a ver el mundial, salíamos a comer, no íbamos de rumba. El ambiente había cambiado pero definitivamente era mucho más acogedor en ese momento estar en Neiva que haberse quedado en Bogotá. Para mayor agrado, la posibilidad de volver a estar con mis padres fue indescriptible porque cada momento lo disfrutaba así solo los estuviera acompañando a hacer vueltas de pagos, mercado y cosas por el estilo.

Algo que recordaré toda la vida de estas vacaciones fueron las idas al Desierto de la Tatacoa. Entre mis amigos y la mayoría de gente que conozco les aburre la idea de ir a aguantar el calor y el sol directo todo el día, pero es que yo creo que nunca han ido en plan de amigos. Allá descubrimos la existencia de una piscina en medio del desierto rodeada por altas paredes de arena. Y ahí pasamos todo el día hablando, nadando, escuchando música y disfrutando de un cielo estrellado.



Aparte de lo que se hace normalmente en una ciudad pequeña fui llamado para grabar en un estudio de música;  y de nuevo otra experiencia enriquecedora llego a mi vida. Ahora era levantarse todos los días temprano y grabar hasta el medio día y de ahí seguir con la vida normal de un opita... o sea rumba, familia, amigos y comida.

Ya las vacaciones fueron acabando y pronto tendría que volver a estar en Bogotá debido al regreso a clases. En este momento sentí miedo... miedo de volver a clases, de lecturas, del estrés  que normalmente se maneja en la universidad. Dejar a mi casa de nuevo fue duro, tanto para mis padres como para mi pero es mi responsabilidad.

Estas vacaciones fueron productivas, después de lo que pasé me di cuenta que no importa en donde esté uno, ni en que se esté desenvolviendo sino que lo que importa es uno disfrute y entregue lo máximo en cada oportunidad posible. Disfrutar de cada momento, cada paisaje y cada persona para poder llenarse de energías para todos los retos que llegan con el tiempo.